La
idea según la cual el espíritu es superior a la materia y distinto
de ella aparece en numerosas civilizaciones. Los religiosos tibetanos
creen en la existencia de un principio espiritual capaz de crear
formas mentales visibles para todos llamadas Tulpas.
Fotografía
del Palacio de Potala, sede del Dalai Lama en Lhasa, Tibet.
Hasta
muy avanzado el siglo XX, el Tibet y en particular su capital Lhasa o
Lhassa, permanecieron prohibidos para los extranjeros. Por eso mismo,
son escasos los viajeros que lograron entrar y beneficiarse con las
enseñanzas de los religiosos tibetanos, los Lamas. Alexandra
David-Neel estuvo entre estos privilegiados y fue testigo de extraños
fenómenos.
El
Universo: una creación mental?
Después
de una larga estancia en los contrafuertes de los Himalayas, en junio
de 1912 esta súbdita francesa de 44 años alcanza las "Tierras
Altas" o Tibet propiamente dicho. Anota sus recuerdos de este
viaje y de los siguientes en numerosos escritos como su Viaje
de una Parisina a Lhasa, publicado en 1927. Numerosos pasajes del
libro están consagrados a un fenómeno extraordinario que los
tibetanos conocen y bautizan con el nombre de Tulpa.
La
Tulpa es, para los tibetanos, la proyección material de una forna
concebida por el espíritu. En otras palabras, es un fantasma, si asi
se quiere calificar, creado por un monje o un iniciado al término de
una larga meditación. Puede tomar la forma, indistintamente, de un
animal, de un paisaje, de un objeto o de un ser humano. No es una
simple visión, sino un fenómeno dotado de consistencia física,
capaz de emitir olores y sonidos entre otras cosas.
Fotografía
de Alexandra David-Neel (1868-1969).
Según
escribe Alexandra David-Neel en su obra Místicos y Magos del
Tibet (1929): "el olor de una rosa fantasmal
llegará muy lejos; una casa fantasma será capaz de recibir viajeros
de carne y hueso,..."
Los
lamas tibetanos explican la creación de las Tulpas de la siguiente
manera. Según su concepción del Mundo, el Universo que nos rodea es
una simple visión mental y, por tanto, no hay ningún fenómeno que
no exista si no es concebido por el espíritu humano, lo que nos
lleva curiosamente al pensamiento de Descartes: "pienso, luego
existo."
El
objetivo de la iniciación religiosa es, entonces, aumentar la
capacidad de concepción del espíritu humano, su aptitud de hacer
pasar desde el orden potencial, del vacío físico, al orden de lo
tangible, o fenomenológico, el mayor número de realidades posibles.
La
Enseñanza de los Lamas
Aumentar
el potencial de producción mental es, por lo tanto, el núcleo de la
enseñanza religiosa tibetana. Los ejercicios que constituyen la
formación de un joven monje tibetano se basan en el dominio de la
respiración -que le permite alcanzar la serenidad del espíritu-, y
una práctica intensa de la meditación. Ésta se apoya en
el kylkhor, diagrama diseñado sobre una tela, escrito
sobre un papel o grabado en una piedra.
Algunos kylkhor,
más elaborados que otros, representan verdaderos mundos en
miniatura. En el centro se encuentra un personaje, a menudo divinidad
tutelar, llamado yidam. A medida que va progresando, el
joven monje logra dar vida a su kylkhor, o sea, hacer que
las escenas allí dibujadas y sobre las cuales aplica su meditación,
se vuelvan realidad y evolucionen, adquieran movimiento y vida
propia. El alumno logra, al finalizar la iniciación, comprender que
todo fenómeno en este mundo no es más que un espejismo que surge de
la imaginación. De este modo logra dominar sus temores y sus
sensaciones.
Se
considera que un lama que alcanza este estado puede, de esta manera,
resistir al frío hasta el punto de sobrevivir una noche desnudo en
la nieve, ya que el sentimiento de calor o de frío desaparece, en
efecto, como lo que es: una ilusión del espíritu que él combate
con otra ilusión, estimulando con su voluntad el calor interno de su
cuerpo. El espíritu, por tanto, nada tiene que temer a la materia,
ya que la controla completamente y puede burlarse de ella, actuando
en consecuencia.
La
proyección de tulpas está inserta en esta lógica.
Creación
de Tulpas
Las
sesiones durante las cuales nacen las tulpas no tienen punto de
comparación con las del espiritismo occidental, ya que pueden
realizarse a pleno sol y no tienen ninguna necesidad de la presencia
de un médium en trance.
Alexandra
David-Neel cuenta que fue testigo de la creación de estas formas
mentales. En una de esas ocasiones, vio aparecer el doble exacto del
hombre que realizaba el experimento y pudo incluso tocarlo. La forma
que se originó tenía, sin embargo, poca consistencia y se
desvaneció poco a poco. En otra ocasión, vio aparecer el doble de
un lama que ella conocía y que se encontraba entonces a unos
kilómetros de ahí. Ella misma se preocupó en verificar la
posibilidad de lograr este tipo de creación. Después de algunos
meses de intensa concentración, logró hacer aparecer un orondo
monje tibetano que, según su relato, también fue visto por testigos
presenciales; pero su espíritu poco experimentado, le hizo perder el
control de su creación, por lo que su aspecto se fue modificando
hasta llegar a ser en extremo inquietante. Con gran esfuerzo,
Alexandra logró desmaterializar su creación y hacerla desaparecer
para siempre. Pero, según dicen los monjes tibetanos, a veces sucede
que la aparición sigue existiendo por sí misma y lleva una vida
independiente de su creador...
Alucinación
o Realidad?
Lo
primero que viene a la mente de los occidentales es que la forma
física llamada Tulpa, es el producto de una simple alucinación.
Pero habría que creer que esta alucinación es colectiva, puesto
que, en muchos casos, la tulpa es vista no tan solo por quien la
origina sino también por los que lo rodean.
En
el mismo mundo tibetano se interpreta la tulpa de distinta manera.
Para algunos lamas es una forma física cuya existencia es
incontestable, lo que significa que el espíritu es capaz de suscitar
cualquier forma física que se proponga. Para otros, sin embargo, el
pensamiento de quien lo ha creado se impone sobre los otros y logra
hacerles ver lo que él mismo percibe, en cuyo caso la creación de
una tulpa es más bien el efecto de una poderosa sugestión.
Alexandra
David-Neel nacida Louise-Eugénie Alexandrine Marie David
(nacida en París el 24 de octubre de 1868, fallecida en
Digne-les-Bains el 8 de septiembre de 1969), fue una exploradora,
anarquista, espiritualista, budista y escritora francesa, y la
primera mujer occidental en visitar Lhasa, capital del Tibet, en
1924, cuando el acceso estaba prohibido a cualquier extranjero;
consiguió ser acogida por el 13er Dalai Lama Thubten Gyatso en el
mismísimo Palacio de Potala. Alexandra David-Neel escribió más de
treinta libros sobre la religión y filosofía oriental y sobre sus
viajes. Ejerció una gran influencia sobre escritores como Jack
Kérouac y Allen Ginsberg, o el filósofo Alan Watts.
En
1914, conoció en un monasterio al joven monje Aphur Yongden
(1899-1955), al que adoptaría más tarde. Fue el perfecto compañero
de viajes a través del Tibet y escribió un solo libro titulado El
Poder de la Nada, que Alexandra tradujo al francés.
Nombre
: Alexandra David-Néel
País :
Francia
Fechas
Vitales : 1868 - 1969
Profesión :
exploradora, escritora, periodista, orientalista.
Itinerario:
1891 : primer viaje en Asia. Visita la India y Sri-Lanka.
1911-1925 : viaja a través de toda Asia, India y Japón.
1924 : consigue vivir dos meses en Lhasa, disfrazada de mendiga.
1937 : a sus 69 años, vuelve a Asia y atraviesa China donde se verá bloqueada hasta 1944, por culpa de la guerra chino-japonesa.
1891 : primer viaje en Asia. Visita la India y Sri-Lanka.
1911-1925 : viaja a través de toda Asia, India y Japón.
1924 : consigue vivir dos meses en Lhasa, disfrazada de mendiga.
1937 : a sus 69 años, vuelve a Asia y atraviesa China donde se verá bloqueada hasta 1944, por culpa de la guerra chino-japonesa.
Por
qué se la recuerda:
En 1924, es la primera mujer europea en penetrar en la ciudad prohibida de Lhasa.
Estudiosa exploradora, dominaba con maestría las culturas y la mística orientales.
Ha dejado numerosos escritos inspirados en sus experiencias personales, tal como"El Viaje de una Parisina a Lhasa".
Su excepcional longevidad ha hecho de ella un testigo privilegiado del siglo XX.
En 1924, es la primera mujer europea en penetrar en la ciudad prohibida de Lhasa.
Estudiosa exploradora, dominaba con maestría las culturas y la mística orientales.
Ha dejado numerosos escritos inspirados en sus experiencias personales, tal como"El Viaje de una Parisina a Lhasa".
Su excepcional longevidad ha hecho de ella un testigo privilegiado del siglo XX.
No hay comentarios:
Publicar un comentario